Cuerpo Kardashian, puerta de entrada al túnel de la muerte en Miami

ISABEL OLMOS – El Nuevo Herald

Hay cuerpos que se pagan con la propia vida, sobre todo cuando son operados por cirujanos plásticos no certificados. Querer unos glúteos al estilo brasileño podría ser la puerta de entrada al túnel de la muerte como ya le sucedió a la popular locutora ecuatoriana Betty Pino, fallecida en el 2013 tras una operación para eliminar de sus glúteos silicona o, recientemente, a Heather Meadows, de 29 años, en Hialeah.

Atraída por los bajos precios de cirugía plástica en clínicas –no hospitales–, cada vez llega más gente al sur de la Florida procedente de todas partes de EEUU y del Caribe, como Gran Caimán, en busca del “Cuerpo Kardashian”.

Miami se está convirtiendo en la meca de las clínicas de cirugía estética. Unas cuentan con especialistas certificados por la American Board of Plastic Surgery (ABPS), la única junta avalada por el colegio médico norteamericano, otras muchas clínicas se acogen a otras “juntas o consejos” que no están acreditados por la ABPS.

“En el estado de la Florida hay menos regulaciones para que los ginecólogos, urólogos, cirujanos orales y generales y médicos de familia realicen operaciones. De hecho, no hay regulaciones para que estos doctores puedan hacer una cirugía plástica”, advierte el Dr. Joshua A. Lampert, MD, FACS, diplomado en cirugía plástica, reconstructiva y estética. “Esta es la ley que hay que cambiar y es difícil. A estos doctores se les permite hacer una cirugía tan sólo con su titulación, pero no están autorizados por el ABPS. Y todo es más confuso cuando hay tantas “juntas” no reconocidas y que no exigen formación para ingresar en ellas”.

El Dr. Lampert, miembro de la American Board of Plastic Surgery, de la American Society of Plastic Surgeons y profesor clínico asistente del departamento de cirugía de la Escuela de Medicina de FIU, considera que no hay un tipo de cirugía estética más peligrosa que otra sino profesionales menos cualificados que otros.

Con 19 años, la caimanesa María Sánchez viajó en febrero del 2013 a Miami para realizarse una liposucción con grasa transferida a las nalgas en la clínica Juventus Cosmetic Center, en el suroeste de Miami, con el Dr. Julio L. Arronte.

“Sin saberlo caminé hacia la boca del lobo”, lamenta a el Nuevo Herald esta joven estudiante de medicina de 22 años, residente en Gran Caimán y de ascendencia cubana.

Se salvó de la muerte gracias a la rápida intervención del cirujano plástico certificado Lampert, del Mount Sinai. “Me fie de mi tío, que trabaja como asistente de la clínica Juventus Cosmetic. Me dijo que el Dr. Arronte estaba certificado y tenía muy buenos resultados con la cirugía plástica de nalgas. Y no era así, es un urólogo. Pagué $9,000 como si fuera un cirujano especialista certificado. Ahora sé que no todas las certificaciones son válidas y que hay que hacer una buena búsqueda de información”, explica Sánchez.

Una semana después de la operación Sánchez se dio cuenta que el doctor Arronte le había inyectado toda la grasa de la espalda y del abdomen en la parte superior de las nalgas en lugar de distribuirla alrededor de éstas.

“El doctor me dijo que esa grasa iría bajando a medida que se fuera acomodando, pero en mi nalga izquierda empezó a sonar como un globo de agua. Después apareció otra pelota más grande en la otra nalga”, cuenta Sánchez.

El Dr. Arronte, que sigue ejerciendo en la actualidad, le realizó una incisión en las nalgas para drenar el líquido, pero la inflamación no menguó y de las nalgas supuró pus amarillento y verdoso, provocándole una fiebre de hasta 104 grados Fahrenheit.

“El doctor y mi tío, su asistente, insistían en que todo era normal, que me fuera a casa, a Gran Caimán. No dejaba de sudar frío. Me recetó unos antibióticos equivocados para la inflación de pulmones”, dice Sánchez recordando las palabras de otros especialistas que le advertían de la posibilidad de fallecer si regresaba a su tierra natal.

“Estoy viva porque le pedí opinión a mi cuñada, la asistente del Dr. Jacob Freiman, M.D., también certificado oficialmente. Me ingresaron una semana en el hospital Mount Sinai con el cirujano plástico Lampert para sacar todo el pus de ambas nalgas. El costo de salvar mi vida fue $30,000”.

Gran Caimán está a 452 millas de Miami. “Mucha gente viene a Miami a hacerse la cirugía, eso llueve. Estamos a sólo 45 minutos en avión. Y en Gran Caimán no hay buenos cirujanos plásticos”, asegura Sánchez. “Mucha gente piensa en Cuba porque pagas solo un cuarto de lo que cuesta en Miami, pero hay que pensar mucho cuando alguien te ofrece una cirugía barata. Si no hay dinero para pagar a un buen cirujano, lo mejor es no hacérsela. ¡No hay que jugar con la vida!”.

Lo único que le llamó la atención de la clínica Juventus Cosmetic Center es que está situada en un centro comercial. “Luego me di cuenta que aunque todo parecía impecable en la sala de operaciones, no les da tiempo en una hora a esterilizar correctamente todos los utensilios y los microbios no se ven”, afirma Sánchez. “Ahora, después de un tiempo, y sin poder demandar porque no están certificados, lo que me llama la atención es que la clínica Juventus Cosmetic Center se anuncia por el canal de Telemundo 51 y quizás también se anuncien en otros canales que yo no veo con frecuencia”.

El mercadeo hace que ginecólogos, urólogos, cirujanos orales, cirujanos generales o médicos de familia parezcan expertos en cirugía plástica ante los ojos del público cuando en realidad no disponen de la formación adecuada.

“Uno de los mayores problemas que enfrentamos en EEUU es que estos médicos tienen mucha publicidad en televisión y otros medios en la práctica de la cirugía plástica y cosmética, pero nunca han tenido ningún entrenamiento formal de educación en cirugía plástica”, insiste el doctor Lampert.

Sánchez no buscaba la opción más barata sino el mejor resultado para lograr “unas nalgas como las de las Kardashian. Tenía nalgas, pero no las que quería. Ves a estas celebridades salir en las televisiones y quieres lucir como así. Ir al gimnasio te consigue músculo, bajar de peso, pero no senos más grandes, ni curvas más anchas. Esas mujeres pagaron por ese cuerpo”.

Quién también buscaba un “Cuerpo Kardashian”, pero la opción más barata es la boricua Yahaira Espada, de 41 años, establecida en una base militar de Fort Greely, en Alaska. Madre de cuatro hijos, quería recuperar su figura para gustarle más a su esposo, Adison Valentín, un militar que la acompañó hasta la clínica Vanity Cosmetic Surgery, en Hialeah. Allí fue operada el 12 de enero de 2016 por el Dr. Osakatukei “Osak” Omulepu.

Espada llegó a la página de la clínica Vanity Cosmetic Surgery a través del portal de internet Encore Plastic Surgery buscando un levantamiento de glúteos al estilo brasileño. El primer problema apareció cuando el Dr. Osakatukei “Osak” Omulepu quiso hacerle una cirugía diferente a la pactada.

“Me dijeron que por $4,900 me hacían un paquete con una liposucción con grasa transferida a las nalgas para levantarlas, lipo en los brazos por dentro y por fuera, en la entrepierna adentro y afuera, en la cadera, arriba y debajo del abdomen, los rollitos de toda la espalda y una lipo de la papada, que nunca hicieron. Al final acabas pagando hasta las esponjas, almohada para el glúteo, fajas, medicamentos, antibióticos, etc…”, manifiesta Espada.

Después de llegar a un acuerdo, llevaron a Espada a una sala de operaciones todavía con restos de sangre en el suelo y en las camillas.

“Acababa de salir la paciente anterior. Me dieron escalofríos. Me encomendé a Dios porque se suponía que antes de entrar ya todo tenía que estar esterilizado para operarme. Ahora me doy cuenta que yo podía haber sido una víctima más”, reflexiona Espada.

Ya han pasado cuatro meses y Espada se encuentra peor. “Fui varias veces, tenía el glúteo derecho en fiebre. Y dos semanas después de la cirugía regresé porque el glúteo estaba negro. Sacaron grasa para ver si había infección. Según ellos, todo bien”, cuenta. “Ahora tengo en el glúteo derecho cinco pelotas duras, un chicón duro en la cadera y una deformidad en el abdomen y en la pierna izquierda. Me duele toda la espalda y cadera, y apenas puedo caminar”.

Vanity Cosmetic Surgery le ofrece la posibilidad de ser asistida por otro de sus cirujanos en Hialeah, pagando todos los costos de nuevo.

“No quiero que me toque ningún médico de esa clínica, solo quiero que me devuelvan mis ahorros. Dijeron que lo harían si no estaba contenta con los resultados. Y no lo estoy. Mi médico militar dice que hay que extirpar todos los bultos duros”, reclama desde Alaska.

La joven María Sánchez no recomienda fiarse de las redes sociales como Facebook e Instagram, por nombrar algunas. “Vi tantos vídeos en YouTube del Dr. Osakatukei “Osak” Omulepu haciendo operaciones que no pude imaginar que no estuviera certificado”, se lamenta Espada.

Hace 50 años el cuerpo a imitar era el de Marilyn Monroe. Hoy es el de las hermanas Kardashian. Y en 30 años será el cuerpo de otra mujer modelo. “No se puede luchar contra la vanidad de las personas por lucir mejor”, concluye Sánchez. Lo que sí se puede es luchar contra todos esos cirujanos no certificados que acaban con la vida de sus pacientes en una sala de operaciones.

 

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