¿Y tu agüela, aonde ejtá?

Waldo Acebo Meireles

La lectura de una revista ─ de amplio y ganado prestigio que remonta su primer ejemplar a finales del siglo XIX─  que dedicaba completo un número al tema de las llamadas razas despertó mi interés por ese tema desde un punto de vista personal: cómo se mezclaban en mi ADN esas diversas variaciones genéticas, externamente soy un blanco más bien rosado, ¿pero mis antecesores también lo eran?

Por el lado paterno la procedencia estaba clara, mi abuelo había nacido en las montañas asturianas, y que yo sepa los moros no habían llegado tan lejos, el lado materno me ofrecía dudas, un abuelo con raíces posiblemente portuguesas daba pie a algún gen de origen no tan blanco, quién lo podría decir. Y quedaba por dilucidar la genética de mis abuelas, materna y paterna, de esas no tenía la menor idea, salvo que los hermanos de mi madre eran rubios y de ojos claros, y mi padre solo tenía una hermana, mi tía, y ella era tan rosadita como mi padre.

Decidí gastarme $100 y realizar el test genético que promociona esa revista, en menos de un mes tuve en mis manos los resultados: Mis antecesores son 87% europeos[1], pero no todo es tan fácil, de ellos 22% son vascos, no tengo nada en contra de ellos y me gustan los pintxos vascos tanto como los pinchos asturianos, el paisaje de San Sebastián es maravilloso, pero yo estaba más que seguro de mis antecedentes asturianos, que con mi apellido Acebo me vincula de refilón a los Príncipes de Asturias y con ello al reinado de España,  ahora esto lo veo algo comprometido. Un 15% se originó en Cerdeña es decir que por allá tengo un antecesor sardo.

Pero lo que realmente me sacó de paso es el 8% askenazi, todavía si fuese sefardí lo podría entender, algún que otro judeoconverso, o marrano, que se refugió de los edictos de los Reyes Católico y de las persecuciones del  Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en las lejanas montañas asturianas. Pero askenazi, ni pensarlo. Finalmente tengo un 1.3 (qué exactitud) de neandertal, no hay problema, eso explica mi gusto por los buenos bisteques a la parrilla y casi crudos.

Ahora viene la parte del 13% no europeo, que claro está es africano, pero de dónde, difícil de decir ya que solo dice 10% nilótico que más o menos podemos entender como el sur de Sudán, Uganda, Kenia y el norte de Tanzania pero esas no fueron regiones que aportaron esclavos y por ende genes al ajiaco criollo y el otro 3% es más complejo aún dado el desbarajuste dejado por el colonialismo francés e inglés cuando se produjo la descolonización de los 60’ y ahora existen 16 países en el África Occidental. Aunque el grueso de los esclavos traídos a Cuba fueron congoleses y angolanos, algún que otro bantú vino de la actual Nigeria en el África Occidental, tal vez ese sea mí 3%.

Bastante frustrado con estos resultados nada esclarecedores, decidí optar por otro test, en esta ocasión de una organización amante de los arboles genealógicos. Me gasté otros $100 y los resultados fueron más frustrantes aún, aunque disminuyeron mi procedencia askenazi a solo un 3% ahora me incluyeron procedencia de Finlandia, el norte de Rusia, el Cáucaso, Gran Bretaña, y otros impensable lugares, lo único que me satisfizo es que el 3% de África Occidental se descompuso aquí en 2% Benín-Togo y 1% de Nigeria pero me eliminó lo de neandertal y lo nilótico que pasó a ser África del norte. Nada que entender.

Sin lugar a dudas en mi pasado hay algún africano, lo que tristemente no sé es de dónde era y estos test lejos de ayudarme me han confundido completamente, si tuviese la posibilidad de esperar 15-20 años, a lo cual las estadísticas, mi sibaritismo y mi vicio de fumar no ayudan, entonces me repetiría los test con la esperanza de que con el lógico desarrollo de la genética estos fuesen un poco más precisos.

[1] Según un reciente estudio el 70% de los cubanos tenemos un ancestro europeo, lo cual no es noticia. Ver: https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article217062305.html

Para algo más científico ver: http://journals.plos.org/plosgenetics/article?id=10.1371/journal.pgen.1004488

 

Acerca del autor

Waldo Acebo Meireles
(La Habana, 23 de noviembre de 1943 - Hialeah, 23 de abril de 2022). Profesor de Historia, recibió la Orden Félix Varela por sus aportes a la enseñanza de la Historia de Cuba al introducir en la misma la enseñanza de la Historia Local. Es autor del manual para los maestros y profesores de las vías de vinculación de las historias locales a la enseñanza de la historia nacional. Contribuyó a la redacción de los textos de Historia para la enseñanza media. Como asesor del Instituto de Geodesia y Cartografía redactó el Atlas de Historia Antigua y Medieval. Autor de la Historia del Municipio de Arroyo Naranjo. Presidió la Comisión de Historia de la Provincia Habana. Fungió como vicepresidente de la Unión de Historiadores de Cuba. Como profesor invitado del Instituto Pedagógico para América Latina impartió cursos de post-grado y maestría. Hasta su fallecimiento trabajó en la investigación de la historia de Hialeah donde residió desde su llegada a los EE.UU.

Sé el primero en comentar en: "¿Y tu agüela, aonde ejtá?"

Déjanos un comentario

Su email no será publicado.


*