Punta Cana – Varadero

Waldo Acebo Meireles

El cielo, en mis recuerdos, era más azul en Varadero, el agua más transparente y templada y la arena, sin lugar a dudas, más fina y blanca, esos son mis recuerdos cuando comparo una playa con la otra, al parecer Varadero no ha cambiado mucho en esos aspectos. Pero según me cuentan ahora hay otras situaciones que no admiten comparación.

En Punta Cana los vendedores ambulantes colocan sus mercancías en tableros sostenidos en endebles patas de maderas y venden sus muy variadas mercancías que recorren una gama que van desde espejuelos de sol, sombreros varios pintos, trusas de marca [falsificadas en China], hasta cajas de tabacos H. Upmann o Montecristi  con sus sellos cubanos y demás requisitos de esas marcas, pero hechos en República Dominicana. Además se ofertan pequeños tambores batá e ídolos más o menos congos como un suvenir que nada tiene que ver con el lugar. Un carretillero pasa con cocos de agua sumergidos en una pequeña montaña de hielo, que brilla bajo el sol, ofreciendo su mercancía que machete en mano prepara y coloca un absorbente para beneficio del sediento.

Ningún policía o agresivo oficial de seguridad impide este comercio, ni molesta a estos diligentes vendedores; por lo que oigo contar sobre Varadero, allí eso sería anatema, por acá es una fuente de medios de vida para estos humildes comerciantes y sus familias. Las diferencias no terminan ahí, mientras en Varadero no llegan a 70, y algunos no en muy buenas condiciones, los hoteles en Punta Cana andan alrededor de los 900, decenas de miles de empleados encuentran un decoroso sustento en estos hoteles, de ellos hablaremos más adelante.

La influencia del desarrollo turístico en la zona se hace evidente, en mi primeros viajes a Punta Cana,  el aeropuerto de Punta Cana presentaba una semblanza con las construcciones de Guamá en Cuba era un largo edificio con un techo de hojas de palma, del avión descendías, o subías,  por una escalera adosada a la puerta del avión y pasabas a un largo salón, sin aire acondicionado, donde tenías que encontrar tus maletas. Nuevas instalaciones fueron construidas con sus tubos para mover los pasajeros desde o hacia los aviones y zonas de espera con aire acondicionado y con toda la parafernalia habitual en los aeropuertos internacionales, porque eso es lo que es, aquí llegan aviones de todos los rincones del mundo.

El transporte hacia los hoteles estaba bajo el control de algún tipo de monopolio que brindaba unos SUV que viajaban desde el aeropuerto hasta el hotel a una velocidad loca por una estrechísima carretera sin ninguna señalización. Las cosas han cambiado varias empresas bridan los servicios de transportación en pequeños autobuses a casi la mitad del precio de antes. Pero lo mejor es la espléndida carretera de cuatro vías, perfectamente señalizada que han construido para beneficio del turismo y de la ciudadanía en general.

Si antes en el recorrido desde el aeropuerto por aquella estrecha carretera se reflejaba pobreza en las rústicas viviendas y los pequeños y paupérrimos comercios que las bordeaban en ocasiones, ahora solidas construcciones de mampostería, centros comerciales y edificios de apartamentos es lo que se divisa a lo largo del trayecto.

Camareros, chefs, barman, jardineros, personal de limpieza, etc. nos recuerdan por su físico, andares, posturas, acento, a los santiagueros, pero son corteses, alegres, no vacilan en entonar una melodía o ‘tirar’ un pasillo de baile en los segundos de descanso; trabajan entre once y veinte días, con tres de descanso, y sus días de trabajo pueden llegar a las doce horas, pero mantienen su jovialidad, la mayoría de ellos, no recibido nunca una respuesta ríspida, generalmente su inmediata atención iba acompañada de una sonrisa, resulta grato conversar con ellos. Al parecer no es ese el caso en nuestro Varadero.

Pero todo lo anterior es anécdota y puede generar discrepancias de criterios pero las estadísticas son testigos neutrales, observemos datos censales de la Provincia de Altagracia en su capital Higüey, la ciudad más cercana a Punta Cana, y comparémosla con Matanzas, su capital, que aunque no es la ciudad más cercana a Varadero ─las más cercana es Cárdenas─ es de la que pude encontrar datos estadísticos comparativos de población.

  2002 2010 Tasa de crecimiento promedio (%)
Higüey 141,751 251,243 7.40
Matanzas 127 287 132 665 0.52

 

Es decir que mientras en Higüey la población creció 77.24% en Matanzas el crecimiento fue de solo 4.21% en esos años. Mientras en una es evidente el desarrollo en la otra lo que se evidencia es el estancamiento. Yo no sé si el gobierno de República Dominicana es corrupto, o no, pero lo que yo veo es un país en desarrollo en el que se habla que para el 2020 se pondrá en funcionamiento metros, ferrocarriles, un funicular y otras formas de aligerar el sistema de transportación cada vez más complicado en las diferentes poblaciones del país.

En Cuba se habla de nuevas Constituciones, con lo cual no creo que se logre ningún desarrollo económico, probablemente todo lo contrario. Cómo se refleja en Cuba y en sus ciudadanos el limitado desarrollo turístico alcanzado, al parecer en nada, ni nuevas carreteras, ni mejores casas, ni ningún desarrollo palpable, mientras tanto Punta Cana seguirá creciendo, junto con el resto del país, para suerte de los joviales dominicanos. 

 

 

 

 

 

 

Acerca del autor

Waldo Acebo Meireles
(La Habana, 23 de noviembre de 1943 - Hialeah, 23 de abril de 2022). Profesor de Historia, recibió la Orden Félix Varela por sus aportes a la enseñanza de la Historia de Cuba al introducir en la misma la enseñanza de la Historia Local. Es autor del manual para los maestros y profesores de las vías de vinculación de las historias locales a la enseñanza de la historia nacional. Contribuyó a la redacción de los textos de Historia para la enseñanza media. Como asesor del Instituto de Geodesia y Cartografía redactó el Atlas de Historia Antigua y Medieval. Autor de la Historia del Municipio de Arroyo Naranjo. Presidió la Comisión de Historia de la Provincia Habana. Fungió como vicepresidente de la Unión de Historiadores de Cuba. Como profesor invitado del Instituto Pedagógico para América Latina impartió cursos de post-grado y maestría. Hasta su fallecimiento trabajó en la investigación de la historia de Hialeah donde residió desde su llegada a los EE.UU.

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