La lista… ¿Y el billete?

 

Waldo Acebo Meireles

El pasado 6 de julio del presente año el Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba publicó unos listados[1] con los cuales pretende oficializar y fijar los precios de algunas decenas de productos, como si no fuese el mercado el que a la larga sea el que establece los precios, pero cada cual con su ideología, permitamos que ellos lo quieran controlar con leyes y resoluciones.

En esos listados los precios están en CUC esa moneda fantástica que en ningún aeropuerto del mundo es intercambiable por nada, salvo en los aeropuertos cubanos, y que lo que ha hecho es generar un problema que llevan años intentando solucionar y no han dado pie con bola. Los listados me resultaron interesante y me di a la tarea de comparar eso precios con los que pagamos por acá por artículos similares, aunque no necesariamente con las mismas calidades. Para ello tomamos los precios de un conocido mercado que no es precisamente el más barato, más bien es el más caro en Miami.

Los resultados de la comparación aparecen en la siguiente tabla:

Como se puede ver los precios en ocasiones son similares tantos aquí como allá, a veces un poco más caros de un lado u del otro, con la excepción de algunos renglones evidentemente más caros en Miami como los espaguetis, el pollo, el picadillo y la leche en polvo, pero repito he olvidado el tema, no por ello menos importante de las diferencias en calidades, pero como es algo propio de subjetividades preferimos no abordarlas. El único caso en que el precio en CUC se va muy por encima del precio en dólares es el caso de café que suponemos que es un súper gourmet talvez sea un ‘kopi Iuak’ importado de Indonesia, nos vimos obligado a compararlo con la variante gourmet de una conocida marca que tuvo su origen en Cuba.

Hasta aquí todo va bien, los hechos son hechos reales y concretos, como alguien muy conocido demanda, el problema está en que, también recientemente, fue anunciado que el salario mínimo en Cuba se había elevado a 400 pesos mensuales, es decir CUP, lo que equivale de acuerdo al cambio oficial a 16.67 CUC, mientras que en la Florida el salario mínimo a partir de enero de este año es de $ 1466.40 mensuales. Entonces aquí sí tenemos un problema, aceptando que los dólares y los CUC son más o menos equivalentes lo cual no es así, la cuestión es que si un obrero en Cuba con un salario mínimo y que quiera comprar picadillo solo le alcanzaría para adquirir 3.5 kg., lo cual no está mal, pero el obrero de Miami con su salario mínimo y un picadillo mucho más caro podría comprarse 128.4 kg., lo cual lógicamente es un absurdo pero solo estamos haciendo una comparación.

Lo más terrible en estas comparaciones es el asunto del saquito de cemento que puede necesitar angustiosamente un humilde obrero cubano que se le está cayendo la casa encima, con su salario mínimo, suponiendo que lo invierta todo en cemento solo conseguiría adquirir 2 saquitos y medio con lo que quizás no pueda solucionar su acuciante problema, mientras que el explotado obrero en Miami podría comprarse 160 sacos, como para levantar una casa, si fuese ello posible.

Y no mencionamos los precios de los juguetes, ya que no aparecen en la mencionada lista de precio, pero que impedirían, tristemente, que un obrero le pueda comprar a su hija una muñeca que vale 65.95 CUC, sería necesario su salario de 4 meses para hacerlo.

Por esta, y otra razones, es imposible solucionar, por mucho que lo anuncien y se lo propongan, el grave problema de la doble moneda, problema que por razones ideológica y no económicas, ellos mismos crearon.

 

 

[1] http://www.mfp.gob.cu/ficheros/imgnoticias/pdf375.pdf

 

Acerca del autor

Waldo Acebo Meireles
(La Habana, 23 de noviembre de 1943 - Hialeah, 23 de abril de 2022). Profesor de Historia, recibió la Orden Félix Varela por sus aportes a la enseñanza de la Historia de Cuba al introducir en la misma la enseñanza de la Historia Local. Es autor del manual para los maestros y profesores de las vías de vinculación de las historias locales a la enseñanza de la historia nacional. Contribuyó a la redacción de los textos de Historia para la enseñanza media. Como asesor del Instituto de Geodesia y Cartografía redactó el Atlas de Historia Antigua y Medieval. Autor de la Historia del Municipio de Arroyo Naranjo. Presidió la Comisión de Historia de la Provincia Habana. Fungió como vicepresidente de la Unión de Historiadores de Cuba. Como profesor invitado del Instituto Pedagógico para América Latina impartió cursos de post-grado y maestría. Hasta su fallecimiento trabajó en la investigación de la historia de Hialeah donde residió desde su llegada a los EE.UU.

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